2.18.2011

La profecía del Fénix

Fénix me cogió. Me llevo entre sus garras, por encima del mundo, para que pudiera ver más allá del mañana.
Y mire. Contemple el futuro
Y vi como se diezmaba nuestra raza. Cazada más allá de la caza, muerta más allá de la muerte, hasta el último de ellos. No habría más hijos, ni nietos, ni padres ni madres. Esta fue la primera señal que me dio Fénix. De lo que nos darían los hijos de la tejedora, los humanos a los garous.
Y mire. Contemple el futuro.
Vi crecer a los hijos de la tejedora, vi crecer a una inmensa marea de humanos. Vi más y mas hasta que Gaia gimió por tener que soportar el peso de todos, Sus casas estaban abarrotadas, sus rastrillos la violaban, sus manos araban la tierra árida, intentando alimentarse de Ella. Esta fue la Segunda Señal de los últimos días, que Fénix me mostró, de lo que los humanos harían.
Volví a mirar. Contemplé la Tercera Señal.
Demasiados. Demasiados hijos. Demasiados Humanos. Y se enfrentaron entre ellos, unos contra otros, y el Wyrm trajo la corrupción y le dio a cada uno cierta mesura. Y el extraño Fuego que vi, descontrolado, la gran Columna de Humo que se alzaba sobre los bosques, esparciendo la muerte allá donde brillaba en esa tierra oscura y fría. Y oí la agonía del Mar mientras Ella entonaba un lamento fúnebre, porque algún borracho estúpido había vertido un lago de muerte negra sobre ella.
Volví la cabeza asqueada, pero no pude evitar mirar de nuevo.
Entonces, contemple la cuarta señal
El Wyrm era poderoso; sus alas abanicaban las brisas de la decadencia. Extendía sus enfermedades, que eran horribles: El rebaño comenzó a sufrir enfermedades mentales y sanguíneas. Los niños nacían deformes. Los animales enfermaban y nadie más podía curarlos. En estos días finales, ni siquiera los guerreros de Gaia pudieron escapar de las garras paralizantes del pájaro de la muerte que transmitía la enfermedad.
Con lágrimas en los ojos volví a mirar y el fénix me mostró la quinta señal.
Vi columnas alzándose como lanzas de muerte al hermoso cielo, perforándolo, permitiendo que el padre sol ardiera ya abrazara a Gaia. La atmosfera era cada vez era mas tórrida; incluso en la oscuridad del invierno, hacia calor. Las plantas se marchitaron bajo el sol. Un grito de dolor y afección surgió de los agónicos bosques: al unísono, todos lloraron lágrimas de luto.
Entonces, como si se rasgara un velo, me mostró la sexta señal.
En estos últimos días, Gaia se sacude de rabia. El fuego hierve en las profundidades. Las cenizas cubren el cielo. El Wyrm acecha en las sombras creadas por estas... y se prepara para atacar. Los guardianes se han ido; los guardianes de las sendas y las encrucijadas han desaparecido. En estos días finales, la sexta señal se dará a conocer entre las manadas que se formen. Cada manada tendrá que realizar una búsqueda, tendrá que emprender un viaje sagrado. Esta es la voluntad de Gaia.
Y vi como el cielo se ennegrecía y la luna era de color sangre.
Y vislumbre la séptima señal, pero no logre mirarla por completo. Sin embargo, pude sentir su calor. 
El Apocalipsis. Los días finales del mundo. La luna había  sido engullida por el sol y ardió en su estomago. Fuegos impíos caían al suelo, quemándonos a todos, retorciéndonos, y haciéndonos vomitar sangre. El Wyrm se manifestó en las torres y los ríos y el aire y la tierra y sus hijos corrían por todas partes descontrolados, devorando, destruyendo, invocando maldiciones de todo tipo. Y el rebaño corría aterrorizado. Y los oscuros, los hijos del Wyrm salieron reptando de sus cavernas y caminaron por las calles a la luz del día.
Aparte la mirada de la señal. Entonces Fénix me dijo: Así es como será, pero no como debería de ser.
Y entonces Fénix me abandono.
Ahora, no puedo soñar. Solo puedo recordar las señales con perfecto detalle. Estos son los últimos días.
Que Gaia se apiade de nosotros.